Durante mi etapa como jugador profesional siempre me interesó conocer de cerca cómo trabajaban los jóvenes de las canteras de mis equipos. Esta temporada me he involucrado al máximo, incorporándome a la cantera del Club Baloncesto Sevilla Cajasol.
Al tomar la decisión de embarcarme en este proyecto, lo primero me planteé fue qué podía aportar yo para que los chavales mejoraran; trabajo, experiencia y valores: ilusión, dedicación, esfuerzo, respeto, empatía, sacrificio…en realidad, básicamente lo mismo que durante tantos años he intentado hacer. Sólo que ahora me sitúo al otro lado de la línea.
Desde hace bastante tiempo tengo un dilema. Quiero compartirlo con vosotros para que rumiemos sobre la situación actual del baloncesto de formación en España.
A mi entender hay tres niveles de cantera en nuestro baloncesto. El primero, el de canteras de clubes profesionales. El segundo nivel, el de clubes amateurs y escuelas deportivas. El tercero lo expondré más adelante.
Las canteras de clubes profesionales aspiran a dos objetivos fundamentales: formar jugadores con posibilidades de llegar al primer equipo y ganar campeonatos que den prestigio a sus canteras y a los que en ellas trabajan. Vengo observando que en numerosas ocasiones se culpa a los entrenadores de estas canteras de que los jóvenes no den el salto. Gran error. Debería corresponder al ideario de los clubes una apuesta real y comprometida con las promesas que realmente tengan el nivel necesario. En la mayoría de las ocasiones, esos chicos de 18 años salientes de Juniors aún no están preparados para el cambio de categoría y deben ir completando su ciclo formativo en otras inferiores…es un asunto qua ya traté en el anterior post.
Estas canteras de clubes profesionales se abastecen de chicos que entran desde edad muy temprana en el club, de chicos de canteras de clubes amateurs que buscan la proyección del Club grande y de jugadores de otras ciudades o países. Normalmente suelen entrenar los 5 días de la semana, más el partido o los partidos los fines de semana. Preparación física, trabajo en grupo y tecnificación individual suele ser la rutina semanal.
Segundo nivel: son las cenicientas de la historia, Clubes amateurs y Escuelas de baloncesto desfavorecidas, en muchas ocasiones, porque sus metas no van mucho más allá de intentar mejorar el grupo en general a sabiendas de que si algún chico destaca, se marchará irremediablemente al club más potente. Difícil y desalentadora tarea, la de captar y motivar a los chicos y entrenadores en estas circunstancias. Muchos técnicos sacrifican el tiempo que podrían dedicar a su familia y amigos para entregarlo a una actividad vocacional, enseñar baloncesto estos chavales. Sin más pretensiones. La captación en este caso se realiza principalmente a través del boca-oído o a través del propio muchacho, que llama a la puerta del Club o Escuela.
La mayoría suelen entrenar tres días a la semana, además del partido del fin de semana.
Dicho esto, después de este repaso, aquí empieza mi reflexión.
En la actualidad, y según datos del Ministerio de Educación, tenemos casi 6 millones y medio de chicos en edad escolar, entre Educación Infantil, Primaria y E.S.O..
La Asociación Española de Pediatría ha fijado la talla media de los hombres españoles en 1,76 metros, un centímetro más que la media europea, y la de las mujeres en 1,61 metros.
Nutricionalmente, nuestros chicos están mejor informados y su dieta, en general, es más completa y variada con lo que su desarrollo físico y morfológico es considerablemente mejor que en décadas anteriores. A nivel coyuntural tenemos mejores instalaciones, entrenadores más cualificados y preparados, una Selección Nacional que acumula éxitos internacionales con el correspondiente tirón mediático, seguimiento pormenorizado de ligas profesionales a través de medios convencionales y digitales y una creciente afición por el baloncesto entre los españoles.
Frente a este escenario que invita al optimismo tenemos una realidad sorprendente en las canteras en España; el nivel medio de los jugadores es alarmantemente bajo. Antaño cualquier club, equipo de pueblo o de ciudad siempre contaba con cuatro o seis jugadores de buen nivel. De esta forma, más o menos todos los equipos eran competitivos y las ligas locales eran apasionantes y disputadas, frente al desolador panorama que afrontamos ahora, donde el equipo de cantera del club profesional arrasa a los rivales sin que éstos tengan ni la mínima opción de ganar, siquiera de acercarse en el marcador. Y no me creo que los culpables de que el nivel general sea tan bajo la tengan los equipos de canteras profesionales. ¿Cuántos jugadores recalan en están canteras?. ¿Doce, quizá veinticuatro?. A ver quién se atreve a afirmar que en ciudades como Sevilla, Málaga, La Coruña, Zaragoza y demás sólo existen esos jugadores de nivel. ¿Ya no hay más?. No me lo creo. Aunque eso no quita que el trabajo de las canteras sea mejorable y que a veces cometamos errores evitables. La filosofía debe ser trabajar para mejorar y para aprender de los errores.
Llegamos al tercer nivel, el más importante y a la vez el más denostado y abandonado. Aquí encontramos la raíz del problema que ha encendido la señal de alarma.
Echemos la vista atrás y buceemos en nuestros orígenes. Muchos de nosotros hemos “mamado” el baloncesto en nuestro COLEGIO. Éstos han sido la gran factoría de jugadores de baloncesto de las décadas precedentes. Los colegios deberían recibir la atención que merecen como vivero de futuros proyectos de jugadores de baloncesto. En lugar de sembrar en los colegios, ahora esperamos que jugadores formados entren por la puerta de nuestro club, o vamos a buscarlos entre lo poco que hay en clubes “inferiores”. Incluso nos vamos al extranjero a encontrar lo que aquí podríamos tener…
Reflexionemos y hagamos memoria: ¿cuántos colegios disponen de entrenadores titulados que trabajen con la única motivación de formar deportivamente a nuestros niños?. Sufrimos una constante hemorragia de pérdida de talentos futuros porque no son detectados o no pueden desarrollarlo a no brindárseles la oportunidad en el colegio.
El dato es abrumador: 6,5 millones de niños y niñas sólo en Educación Infantil, Primaria y E.S.O. ¿Realmente no tenemos dónde volcarnos?. Aquí está el eslabón perdido, el que que nos falta para completar el círculo y estructurar los niveles formativos. Nivel 1 Canteras de Clubes Profesionales. Nivel 2 Clubes Amateurs y Escuelas deportivas. Nivel 3, Colegios.
Es necesario el reconocimiento de tantos entrenadores (anónimos y no tan anónimos) que dedican incontables horas de su escaso tiempo a la enseñanza de nuestros jóvenes en los colegios, con la ilusión de formarles en los valores del deporte y, por qué no, de que alguno de ellos pueda llegar a ser profesional.
Federaciones, clubes, entrenadores…toda la familia del baloncesto debemos cuestionarnos cómo podemos tomar medidas para la recuperar el baloncesto en la infancia fomentando, incentivando, volcándonos en que los niños tengan, al menos, la posibilidad de iniciarse en nuestro maravilloso deporte.
Por cierto, yo también entreno en un colegio. Lo hago con chicos de 6 y 7 años que están aprendiendo a botar, a pasar, a compartir y respetar y, sobre todo, a amar el baloncesto.
2 comentarios:
Muy interesante la entrada Rafa. La verdad es que con tu reflexión me has aclarado muchas dudas que tenía. Te lanzo una pregunta, ¿de verdad crees que los equipos profesionales, en líneas generales, tiene como objetivo de sus respectivas canteras el ascenso a la primera plantilla de jóvenes talentos? Hay excepciones, claro que sí, pero si echamos un vistazo a las plantillas de los equipos, éstas integradas por una barbaridad de extranjeros. Te pongo el caso de Cajasol: Calloway, Satoransky, Bullock, Kirsay, Ivanov, Katelynas, Davis, Popovic (hasta hace escasos días). ¿Dónde están los canteranos? ¿Cuáles han sido los últimos en salir? Doblado, Raúl Pérez, Sergio Sánchez, Cherry, Pámpano, Aguilar o tú mismo... muy pocos en tantos años, con escasas oportunidades (salvo los casos de Doblado, Pérez y algo Cherry). Tal vez sea el Joventud el espejo donde mirarse. Es una pena, teniendo la selección que tenemos en la actualidad. Tal vez no se vuelva a repetir una generación como esta. Enhorabuena por el blog amigo. Enrique Díaz.
Con la humildad de pertenecer a este apasionante mundo del baloncesto, sòlo por ser padre de un bajito enmorado de este deporte, me atrevo a una serie de reflexiones : En primer lugar para practicar un deporte son exigibles unas condiciones para su practica. Comparando con el futbol por ejemplo, donde han proliferado campos de cesped artificial por doquier, practicamente nunca se juega en parquet, con el consiguiente desgaste de articulaciones, como rodillas o tobillos. No se puede jugar en canchas de supuestos clubs privados con tapas de registro pintadas para su disimulo, es un riesgo y fraude. Ciertos clubs con dichas canchas incluso ponen las peores canastas y balones desgastados de goma, para molestar al contrario. Situación permitida y agravada dia a dia. Què decir de ciertos arbitros, intentan siempre ser protagonistas, con falta total de respeto( LLegan a tirarte el balón rodando en un tiro libre para que pierdan los papeles). Si denuncias situaciones donde claramente han favorecido, incluso a tu equipo, deliberadamente, todo queda en el olvido. Esto no es deporte. No es de extrañar que los niños se dediquen a otras disciplinas.
Existe mucha táctica colectiva y poca individual. Nadie tiene tiempo para mejorar individualmente a cada chico y con la mejora individual después vendrán los êxitos colectivos. Por último si accedes a una fase final junior, como este año, tienes que abandonar la semana antes de semana santa los estudios, con el perjuicio que supone si te examinas de selectividad, donde tus logros deportivos no cuentan. Sufro por esos chicos de cajasol que su esfuerzo no será recompensado probablemente ni por su equipo ni por ninguna universidad. Hay un axioma básico en la formación de un joven, estudios y deporte tienen que ir de la mano. En definitiva para aumentar el número de praticantes de este deporte habrá que potenciar deporte escolar, no existan categorias inferiores de clubs ajenos a la enseñanza,mejoras en canchas de juego,mejora del deporte universitario y honestidad y castigo para ciertas personas que manipulan vilmente el esfuerzo del chaval desde el estamento arbitral, provocando el rechazo al deporte. Creo que ahora se entiende algo el por qué del deterioro de baloncesto en Sevilla. Gracias por permitirme estas líneas
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