Marzo es un mes que huele diferente. El sol comienza a dejarse ver con asiduidad. Las temperaturas nos van templando el cuerpo y el alma. La primavera nos brinda nuevos aromas que fluyen por nuestros poros endulzándonos el carácter. La sonrisa tonta y el optimismo nos invaden. En Sevilla el olor a azahar irrumpe en la ciudad narcotizando a los viandantes con su fragancia, síntoma inequívoco de que la Semana Santa se acerca.
Este mes nos trae, también, el Baloncesto Universitario Americano, que seguimos casi con la misma pasión con la que lo hacen los entusiastas de este deporte en Estados Unidos. En estos días los mejores equipos se enfrentan en eliminatorias a un solo encuentro para determinar qué Universidad se alza con el cetro que todos anhelan. Este mes de locura de basket se denomina March Madness y este año cuenta con un aliciente: las sorpresas. El favorito, Kansas, ha sido apeado por VCU (Virginia Commonwealth), equipo entrenado por un joven de 34 años, Shaka Smart. El otro favorito, Florida, también se ha caído de la Final Four por la mediación de Butler.
Volvemos a las competiciones domésticas en España. Para las Ligas Adecco se avecina un mes de abril que sin duda viene cargado de tensión y emoción. Nuestro particular April Madness patrio viene dado por la búsqueda de la consecución de los objetivos marcados desde los inicios de la temporada hasta los que se han tenido que redefinir sobre la misma marcha de la competición.
A tan sólo tres jornadas del final de la liga regular, tanto en la Adecco Oro como en la Plata se está disputando una lucha encarnizada por la plaza que da derecho al ascenso directo. Los equipos en liza son Obradoiro y Murcia por un lado y Knet Rioja y Bàsquet Mallorca por el otro. Los chicos de Moncho Fernández y los de Jesús Sala tienen ventaja pero ningún margen de error, si no quieren perderla.
La batalla por ocupar plazas de playoff se abre a más contendientes. Unos buscan retener el factor cancha a su favor y otros ingresar en el selecto club de equipos que pelearán por la segunda plaza que da derecho al ascenso y a vivir la magia de los playoffs.
En la Adecco Oro, un Burgos que se ha apoderado de la tercera plaza, es perseguido por una serie de conjuntos que tienen casi asegurada su presencia; León, Girona, Tenerife, Navarra y Cáceres prácticamente han comprado el billete para la siguiente fase , mientras que la última plaza se la rifarán Breogán, Melilla, Lleida y La Palma.
Tíjola, Andorra, Plasencia, Prat, ADT Tarragona y Oviedo, lo tienen casi hecho en la Adecco Plata. Barcelona y Ávila se jugarán la última plaza del playoff.
Mirando hacia abajo, en los puestos de descenso y play out de la Adecco Oro, vemos un Ourense que, a pesar de su buen tramo final, tiene muy complicada la salvación pese a no ser aún matemática. Los clubes de Tarragona, Clínicas Rincón, Alcázar, Palencia y Huesca van a vivir tres agónicas pero ilusionantes últimas jornadas Objetivo: evitar el playout.
En Plata, cinco son los equipos igualados en las últimas posiciones: Santurtzi, Coruña, Illescas, Guadalajara y Lan Mobel. Tendrán que dar lo mejor de sí mismos para evitar el descenso.
Así pues, nos preparamos para vivir nuestro particular April Madness impregnado de la magia del baloncesto, que inunda las canchas al igual que el azahar lo hace en las calles de Sevilla. ¿Quién dijo “miedo”? Mucha suerte.
miércoles, 30 de marzo de 2011
domingo, 6 de marzo de 2011
El eslabón perdido
Durante mi etapa como jugador profesional siempre me interesó conocer de cerca cómo trabajaban los jóvenes de las canteras de mis equipos. Esta temporada me he involucrado al máximo, incorporándome a la cantera del Club Baloncesto Sevilla Cajasol.
Al tomar la decisión de embarcarme en este proyecto, lo primero me planteé fue qué podía aportar yo para que los chavales mejoraran; trabajo, experiencia y valores: ilusión, dedicación, esfuerzo, respeto, empatía, sacrificio…en realidad, básicamente lo mismo que durante tantos años he intentado hacer. Sólo que ahora me sitúo al otro lado de la línea.
Desde hace bastante tiempo tengo un dilema. Quiero compartirlo con vosotros para que rumiemos sobre la situación actual del baloncesto de formación en España.
A mi entender hay tres niveles de cantera en nuestro baloncesto. El primero, el de canteras de clubes profesionales. El segundo nivel, el de clubes amateurs y escuelas deportivas. El tercero lo expondré más adelante.
Las canteras de clubes profesionales aspiran a dos objetivos fundamentales: formar jugadores con posibilidades de llegar al primer equipo y ganar campeonatos que den prestigio a sus canteras y a los que en ellas trabajan. Vengo observando que en numerosas ocasiones se culpa a los entrenadores de estas canteras de que los jóvenes no den el salto. Gran error. Debería corresponder al ideario de los clubes una apuesta real y comprometida con las promesas que realmente tengan el nivel necesario. En la mayoría de las ocasiones, esos chicos de 18 años salientes de Juniors aún no están preparados para el cambio de categoría y deben ir completando su ciclo formativo en otras inferiores…es un asunto qua ya traté en el anterior post.
Estas canteras de clubes profesionales se abastecen de chicos que entran desde edad muy temprana en el club, de chicos de canteras de clubes amateurs que buscan la proyección del Club grande y de jugadores de otras ciudades o países. Normalmente suelen entrenar los 5 días de la semana, más el partido o los partidos los fines de semana. Preparación física, trabajo en grupo y tecnificación individual suele ser la rutina semanal.
Segundo nivel: son las cenicientas de la historia, Clubes amateurs y Escuelas de baloncesto desfavorecidas, en muchas ocasiones, porque sus metas no van mucho más allá de intentar mejorar el grupo en general a sabiendas de que si algún chico destaca, se marchará irremediablemente al club más potente. Difícil y desalentadora tarea, la de captar y motivar a los chicos y entrenadores en estas circunstancias. Muchos técnicos sacrifican el tiempo que podrían dedicar a su familia y amigos para entregarlo a una actividad vocacional, enseñar baloncesto estos chavales. Sin más pretensiones. La captación en este caso se realiza principalmente a través del boca-oído o a través del propio muchacho, que llama a la puerta del Club o Escuela.
La mayoría suelen entrenar tres días a la semana, además del partido del fin de semana.
Dicho esto, después de este repaso, aquí empieza mi reflexión.
En la actualidad, y según datos del Ministerio de Educación, tenemos casi 6 millones y medio de chicos en edad escolar, entre Educación Infantil, Primaria y E.S.O..
La Asociación Española de Pediatría ha fijado la talla media de los hombres españoles en 1,76 metros, un centímetro más que la media europea, y la de las mujeres en 1,61 metros.
Nutricionalmente, nuestros chicos están mejor informados y su dieta, en general, es más completa y variada con lo que su desarrollo físico y morfológico es considerablemente mejor que en décadas anteriores. A nivel coyuntural tenemos mejores instalaciones, entrenadores más cualificados y preparados, una Selección Nacional que acumula éxitos internacionales con el correspondiente tirón mediático, seguimiento pormenorizado de ligas profesionales a través de medios convencionales y digitales y una creciente afición por el baloncesto entre los españoles.
Frente a este escenario que invita al optimismo tenemos una realidad sorprendente en las canteras en España; el nivel medio de los jugadores es alarmantemente bajo. Antaño cualquier club, equipo de pueblo o de ciudad siempre contaba con cuatro o seis jugadores de buen nivel. De esta forma, más o menos todos los equipos eran competitivos y las ligas locales eran apasionantes y disputadas, frente al desolador panorama que afrontamos ahora, donde el equipo de cantera del club profesional arrasa a los rivales sin que éstos tengan ni la mínima opción de ganar, siquiera de acercarse en el marcador. Y no me creo que los culpables de que el nivel general sea tan bajo la tengan los equipos de canteras profesionales. ¿Cuántos jugadores recalan en están canteras?. ¿Doce, quizá veinticuatro?. A ver quién se atreve a afirmar que en ciudades como Sevilla, Málaga, La Coruña, Zaragoza y demás sólo existen esos jugadores de nivel. ¿Ya no hay más?. No me lo creo. Aunque eso no quita que el trabajo de las canteras sea mejorable y que a veces cometamos errores evitables. La filosofía debe ser trabajar para mejorar y para aprender de los errores.
Llegamos al tercer nivel, el más importante y a la vez el más denostado y abandonado. Aquí encontramos la raíz del problema que ha encendido la señal de alarma.
Echemos la vista atrás y buceemos en nuestros orígenes. Muchos de nosotros hemos “mamado” el baloncesto en nuestro COLEGIO. Éstos han sido la gran factoría de jugadores de baloncesto de las décadas precedentes. Los colegios deberían recibir la atención que merecen como vivero de futuros proyectos de jugadores de baloncesto. En lugar de sembrar en los colegios, ahora esperamos que jugadores formados entren por la puerta de nuestro club, o vamos a buscarlos entre lo poco que hay en clubes “inferiores”. Incluso nos vamos al extranjero a encontrar lo que aquí podríamos tener…
Reflexionemos y hagamos memoria: ¿cuántos colegios disponen de entrenadores titulados que trabajen con la única motivación de formar deportivamente a nuestros niños?. Sufrimos una constante hemorragia de pérdida de talentos futuros porque no son detectados o no pueden desarrollarlo a no brindárseles la oportunidad en el colegio.
El dato es abrumador: 6,5 millones de niños y niñas sólo en Educación Infantil, Primaria y E.S.O. ¿Realmente no tenemos dónde volcarnos?. Aquí está el eslabón perdido, el que que nos falta para completar el círculo y estructurar los niveles formativos. Nivel 1 Canteras de Clubes Profesionales. Nivel 2 Clubes Amateurs y Escuelas deportivas. Nivel 3, Colegios.
Es necesario el reconocimiento de tantos entrenadores (anónimos y no tan anónimos) que dedican incontables horas de su escaso tiempo a la enseñanza de nuestros jóvenes en los colegios, con la ilusión de formarles en los valores del deporte y, por qué no, de que alguno de ellos pueda llegar a ser profesional.
Federaciones, clubes, entrenadores…toda la familia del baloncesto debemos cuestionarnos cómo podemos tomar medidas para la recuperar el baloncesto en la infancia fomentando, incentivando, volcándonos en que los niños tengan, al menos, la posibilidad de iniciarse en nuestro maravilloso deporte.
Por cierto, yo también entreno en un colegio. Lo hago con chicos de 6 y 7 años que están aprendiendo a botar, a pasar, a compartir y respetar y, sobre todo, a amar el baloncesto.
Al tomar la decisión de embarcarme en este proyecto, lo primero me planteé fue qué podía aportar yo para que los chavales mejoraran; trabajo, experiencia y valores: ilusión, dedicación, esfuerzo, respeto, empatía, sacrificio…en realidad, básicamente lo mismo que durante tantos años he intentado hacer. Sólo que ahora me sitúo al otro lado de la línea.
Desde hace bastante tiempo tengo un dilema. Quiero compartirlo con vosotros para que rumiemos sobre la situación actual del baloncesto de formación en España.
A mi entender hay tres niveles de cantera en nuestro baloncesto. El primero, el de canteras de clubes profesionales. El segundo nivel, el de clubes amateurs y escuelas deportivas. El tercero lo expondré más adelante.
Las canteras de clubes profesionales aspiran a dos objetivos fundamentales: formar jugadores con posibilidades de llegar al primer equipo y ganar campeonatos que den prestigio a sus canteras y a los que en ellas trabajan. Vengo observando que en numerosas ocasiones se culpa a los entrenadores de estas canteras de que los jóvenes no den el salto. Gran error. Debería corresponder al ideario de los clubes una apuesta real y comprometida con las promesas que realmente tengan el nivel necesario. En la mayoría de las ocasiones, esos chicos de 18 años salientes de Juniors aún no están preparados para el cambio de categoría y deben ir completando su ciclo formativo en otras inferiores…es un asunto qua ya traté en el anterior post.
Estas canteras de clubes profesionales se abastecen de chicos que entran desde edad muy temprana en el club, de chicos de canteras de clubes amateurs que buscan la proyección del Club grande y de jugadores de otras ciudades o países. Normalmente suelen entrenar los 5 días de la semana, más el partido o los partidos los fines de semana. Preparación física, trabajo en grupo y tecnificación individual suele ser la rutina semanal.
Segundo nivel: son las cenicientas de la historia, Clubes amateurs y Escuelas de baloncesto desfavorecidas, en muchas ocasiones, porque sus metas no van mucho más allá de intentar mejorar el grupo en general a sabiendas de que si algún chico destaca, se marchará irremediablemente al club más potente. Difícil y desalentadora tarea, la de captar y motivar a los chicos y entrenadores en estas circunstancias. Muchos técnicos sacrifican el tiempo que podrían dedicar a su familia y amigos para entregarlo a una actividad vocacional, enseñar baloncesto estos chavales. Sin más pretensiones. La captación en este caso se realiza principalmente a través del boca-oído o a través del propio muchacho, que llama a la puerta del Club o Escuela.
La mayoría suelen entrenar tres días a la semana, además del partido del fin de semana.
Dicho esto, después de este repaso, aquí empieza mi reflexión.
En la actualidad, y según datos del Ministerio de Educación, tenemos casi 6 millones y medio de chicos en edad escolar, entre Educación Infantil, Primaria y E.S.O..
La Asociación Española de Pediatría ha fijado la talla media de los hombres españoles en 1,76 metros, un centímetro más que la media europea, y la de las mujeres en 1,61 metros.
Nutricionalmente, nuestros chicos están mejor informados y su dieta, en general, es más completa y variada con lo que su desarrollo físico y morfológico es considerablemente mejor que en décadas anteriores. A nivel coyuntural tenemos mejores instalaciones, entrenadores más cualificados y preparados, una Selección Nacional que acumula éxitos internacionales con el correspondiente tirón mediático, seguimiento pormenorizado de ligas profesionales a través de medios convencionales y digitales y una creciente afición por el baloncesto entre los españoles.
Frente a este escenario que invita al optimismo tenemos una realidad sorprendente en las canteras en España; el nivel medio de los jugadores es alarmantemente bajo. Antaño cualquier club, equipo de pueblo o de ciudad siempre contaba con cuatro o seis jugadores de buen nivel. De esta forma, más o menos todos los equipos eran competitivos y las ligas locales eran apasionantes y disputadas, frente al desolador panorama que afrontamos ahora, donde el equipo de cantera del club profesional arrasa a los rivales sin que éstos tengan ni la mínima opción de ganar, siquiera de acercarse en el marcador. Y no me creo que los culpables de que el nivel general sea tan bajo la tengan los equipos de canteras profesionales. ¿Cuántos jugadores recalan en están canteras?. ¿Doce, quizá veinticuatro?. A ver quién se atreve a afirmar que en ciudades como Sevilla, Málaga, La Coruña, Zaragoza y demás sólo existen esos jugadores de nivel. ¿Ya no hay más?. No me lo creo. Aunque eso no quita que el trabajo de las canteras sea mejorable y que a veces cometamos errores evitables. La filosofía debe ser trabajar para mejorar y para aprender de los errores.
Llegamos al tercer nivel, el más importante y a la vez el más denostado y abandonado. Aquí encontramos la raíz del problema que ha encendido la señal de alarma.
Echemos la vista atrás y buceemos en nuestros orígenes. Muchos de nosotros hemos “mamado” el baloncesto en nuestro COLEGIO. Éstos han sido la gran factoría de jugadores de baloncesto de las décadas precedentes. Los colegios deberían recibir la atención que merecen como vivero de futuros proyectos de jugadores de baloncesto. En lugar de sembrar en los colegios, ahora esperamos que jugadores formados entren por la puerta de nuestro club, o vamos a buscarlos entre lo poco que hay en clubes “inferiores”. Incluso nos vamos al extranjero a encontrar lo que aquí podríamos tener…
Reflexionemos y hagamos memoria: ¿cuántos colegios disponen de entrenadores titulados que trabajen con la única motivación de formar deportivamente a nuestros niños?. Sufrimos una constante hemorragia de pérdida de talentos futuros porque no son detectados o no pueden desarrollarlo a no brindárseles la oportunidad en el colegio.
El dato es abrumador: 6,5 millones de niños y niñas sólo en Educación Infantil, Primaria y E.S.O. ¿Realmente no tenemos dónde volcarnos?. Aquí está el eslabón perdido, el que que nos falta para completar el círculo y estructurar los niveles formativos. Nivel 1 Canteras de Clubes Profesionales. Nivel 2 Clubes Amateurs y Escuelas deportivas. Nivel 3, Colegios.
Es necesario el reconocimiento de tantos entrenadores (anónimos y no tan anónimos) que dedican incontables horas de su escaso tiempo a la enseñanza de nuestros jóvenes en los colegios, con la ilusión de formarles en los valores del deporte y, por qué no, de que alguno de ellos pueda llegar a ser profesional.
Federaciones, clubes, entrenadores…toda la familia del baloncesto debemos cuestionarnos cómo podemos tomar medidas para la recuperar el baloncesto en la infancia fomentando, incentivando, volcándonos en que los niños tengan, al menos, la posibilidad de iniciarse en nuestro maravilloso deporte.
Por cierto, yo también entreno en un colegio. Lo hago con chicos de 6 y 7 años que están aprendiendo a botar, a pasar, a compartir y respetar y, sobre todo, a amar el baloncesto.
jueves, 17 de febrero de 2011
Los otros
Finaliza la última edición de la Copa del Rey y, como cada año, deja tras de sí una estela de imágenes, momentos, situaciones de juego, artículos, opiniones, crónicas...la cobertura mediática ha sido tan profusa que poco más podría aportar yo en el análisis deportivo; los tiros de este post van a ir por otro lado.
Desde este rincón de la web quiero rendir homenaje a un jugador que encarna muchos de los valores deportivos que tanto demandamos y que él aúna con naturalidad y firme-za. Hablar del sacrificio, la entrega, la lucha, el compañerismo, el respeto, la dedicación, la disciplina y la paciencia, es hablar de un compendio de valores que él atesora.
Ni de lejos es el jugador más mediático; probablemente, no le veremos haciendo anun-cios de champúes anticaspa, bancos, seguros, comida basura y demás. Los flashes de las cámaras, las entrevistas, las grandes portadas y cabeceras de programas deportivos se los llevarán otros. Pero él sonreirá y seguirá dándolo todo en cada uno de los minutos que esté en cancha. Él encarna esa suma de cosas que suceden en un partido pero que no recogen las estadísticas oficiales, cosas que, sin embargo, suman tanto como las otras para conseguir el triunfo (y la Copa). Ese “trabajo sucio” e ingrato que algunos desempeñan a cambio de una palmadita en la espalda mientras observan cómo son otros los que se cuelgan las medallas y coleccionan MVP's.
Hace una década se puso de moda en España la búsqueda del base de más de 1´90 cm, física y técnicamente bien dotado. Emergieron aspirantes a este título desde todas partes... pero a la mayoría sólo les faltaba una cosa, un pequeño detalle sin importancia pero que les impedía triunfar... ¡¡que no eran bases!! Él es uno de los pocos que se salvó de esa maltrecha cosecha. Y estos días hemos admirado a un base y repito, base, que todo lo ha hecho bien: taponar, rebotear ofensivamente, finalizar alley hoops (y digo bien finalizar, no pasar), barrer el balón del aro, presionar toda la pista, ser un muro en la defensa del 1x1, estar en constante línea de pase, pasar bloqueos directos e indirectos... y si unificamos estas dotes con su gran lectura e interpretación del juego, con un talento natural en ataque y con la mejora que ha experimentado en el tiro, entiendo que estamos hablando de un Jugador Total.
Y como él ha habido tantos otros a los que me gustaría rescatar y situar en primera fila, esos jugadores a los que podríamos denominar “los otros”, esos hombres que realizan una labor encomiable, tanto o más que las estrellas y que son imprescindibles para que un equipo funcione. Esos baloncestistas que tienen poca repercusión mediática pero a los que sus entrenadores consideran vitales e intocables. Unos profesionales que tienen todo el respeto y cariño de sus compañeros porque entienden de la importancia de su desagradecido “rol”.
Dicho esto, manifiesto públicamente mi más sincero respeto y reconocimiento a todos esos jugadores y en especial a ti, protagonista transparente, guerrero invisible, abanderado de los intangibles, Víctor, Víctor Sada.
Desde este rincón de la web quiero rendir homenaje a un jugador que encarna muchos de los valores deportivos que tanto demandamos y que él aúna con naturalidad y firme-za. Hablar del sacrificio, la entrega, la lucha, el compañerismo, el respeto, la dedicación, la disciplina y la paciencia, es hablar de un compendio de valores que él atesora.
Ni de lejos es el jugador más mediático; probablemente, no le veremos haciendo anun-cios de champúes anticaspa, bancos, seguros, comida basura y demás. Los flashes de las cámaras, las entrevistas, las grandes portadas y cabeceras de programas deportivos se los llevarán otros. Pero él sonreirá y seguirá dándolo todo en cada uno de los minutos que esté en cancha. Él encarna esa suma de cosas que suceden en un partido pero que no recogen las estadísticas oficiales, cosas que, sin embargo, suman tanto como las otras para conseguir el triunfo (y la Copa). Ese “trabajo sucio” e ingrato que algunos desempeñan a cambio de una palmadita en la espalda mientras observan cómo son otros los que se cuelgan las medallas y coleccionan MVP's.
Hace una década se puso de moda en España la búsqueda del base de más de 1´90 cm, física y técnicamente bien dotado. Emergieron aspirantes a este título desde todas partes... pero a la mayoría sólo les faltaba una cosa, un pequeño detalle sin importancia pero que les impedía triunfar... ¡¡que no eran bases!! Él es uno de los pocos que se salvó de esa maltrecha cosecha. Y estos días hemos admirado a un base y repito, base, que todo lo ha hecho bien: taponar, rebotear ofensivamente, finalizar alley hoops (y digo bien finalizar, no pasar), barrer el balón del aro, presionar toda la pista, ser un muro en la defensa del 1x1, estar en constante línea de pase, pasar bloqueos directos e indirectos... y si unificamos estas dotes con su gran lectura e interpretación del juego, con un talento natural en ataque y con la mejora que ha experimentado en el tiro, entiendo que estamos hablando de un Jugador Total.
Y como él ha habido tantos otros a los que me gustaría rescatar y situar en primera fila, esos jugadores a los que podríamos denominar “los otros”, esos hombres que realizan una labor encomiable, tanto o más que las estrellas y que son imprescindibles para que un equipo funcione. Esos baloncestistas que tienen poca repercusión mediática pero a los que sus entrenadores consideran vitales e intocables. Unos profesionales que tienen todo el respeto y cariño de sus compañeros porque entienden de la importancia de su desagradecido “rol”.
Dicho esto, manifiesto públicamente mi más sincero respeto y reconocimiento a todos esos jugadores y en especial a ti, protagonista transparente, guerrero invisible, abanderado de los intangibles, Víctor, Víctor Sada.
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