Cuando allá por los años 1983 y 1984 cruzaba diariamente el Puente de Triana hacia el Club Natación Sevilla, no imaginaba que esos serían los primeros días de una larga y maravillosa carrera que hoy toca a su fin. Por aquel entonces el máximo sueño al que podía aspirar pasaba por llegar en un futuro al equipo senior de mi Club de Primera Nacional. Pero el discurrir de mis años de formación me llevó a pensar que podía aspirar a algo más... gracias al sacrificio, ilusión y humildad, reforzadas por la dedicación de todos mis entrenadores de la época (Fran Peregrina, Rocky Jarana, Pedro Barrios, Sergio Castañeda, Juan Manuel Díaz, etc...)
El ingreso en la cantera del antiguo Caja San Fernando (actualmente Cajasol) cumplió mi anhelo de asomarme al mundo profesional. Con la inestimable y desinteresada ayuda en los veranos de Antonio Ruiz (qué duro era estar a las 9:00 am en la solitaria pista del Mar del Plata), uno pisa por primera vez un vestuario de un equipo ACB. A partir de ese momento mi perspectiva y mi ambición cambia. Quiero ser profesional. Y en ese intrincado paso que supone para un chaval -el salto de junior a senior- me acompaña Arturo Montequi, al que considero mi mentor. Su fe fue lo que me impulsó a dar ese paso firme y seguro.
Desde ese instante comienza una carrera que me ha brindado la posibilidad de residir y viajar por la vasta geografía española donde he coincidido con jugadores, entrenadores y aficionados de todo tipo. Mi tránsito por Sevilla, Córdoba, Los Barrios durante seis años, Inca, Huelva, Melilla, Murcia y Alcázar de San Juan a lo largo de dos años han forjado un sincero sentimiento de gratitud a la vida por haber ejercido de lo que me gusta y apasiona. Eternamente me sentiré en deuda con las aficiones que me han mostrado siempre su cariño. Y en ese plano no tengo más remedio que destacar la afición de Los Barrios y a la de Alcázar de San Juan. Ocho años de mi carrera los he pasado en esas dos localidades, que me handejado una huella imborrable.
Mediante esta carta aprovecho para manifestar mi reconocimiento a tantos compañeros con los que hes compartido vestuario, entrenadores que me han tenido que sufrir y muchos amigos que hice por el camino. Los Asa Petrovic, Alberto Piñeiro, Rocky Jarana, Pirulo Fernández, Paco Olmos (en dos años), Josep María Izquierdo (en temporada y media), Félix Alonso, Quino Salvo (en dos años y medio), Moncho Fernández y Miguel Ángel Martín (año y medio) me inculcaron unos valores y conocimientos que me siento preparado y comprometido para divulgar. El recorrido de estos años me ha posibilitado forjar amistades que perdurarán. Los Darrell Lockhart, Chus Poves, Nacho Yáñez, Xavi Sánchez, Aaron Swinson y tantos otros han sido camaradas y compañeros de travesía y son lo mejor del legado que me queda tras esta aventura. Mención especial para F.J. Martín, un hermano.
En esta despedida, además de agradecer a jugadores, entrenadores y aficiones, no dejo pasar la oportunidad de acordarme de los Árbitros, Periodistas, Agentes, Dirigentes, Médicos, Fisios, Preparadores Físicos, Segundos Entrenadores, Delegados y Chóferes y de todos aquellos con los que he coincidido y que aunque no estén en primera línea de fuego forman parte de este deporte tan grande que es el BALONCESTO. Afirmo ahora con orgullo que mi etapa como profesional ha coincidido con el nacimiento y consolidación de las Ligas Adecco (LEB), cuya progresión estructural y profesional sigue imparable.
Después de 500 partidos oficiales en categorías FEB (360 en LEB Oro) y dos ascensos, la decisión de colgar las botas está tomada desde la certeza y seguridad de que ha llegado la hora de cruzar la orilla y emprender el camino de mi creciente vocación: dirigir, gestionar, decidir, arriesgar, observar, analizar, ENTRENAR. Es momento de nuevos retos y desafíos, que me apasionan con la misma ilusión que cuando atravesaba el Puente de Triana allá por los años 1983 y 1984.
La vida discurre por etapas y la decisión de dejar de jugar ha sido durísima. Sé que será difícil volver a experimentar lo disfrutado y sentido en las canchas... especialmente en mi pista favorita y talismán, la del Pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza.
Me siento un privilegiado. Pocos somos los que trabajamos en lo que nos gusta y apasiona. Aún así, como me dijo mi gran amigo Darrell Lockart cuando se retiró: “Rafa, ha llegado la hora de decir adiós”. A su verbo me remito. Llegó la hora de decir adiós.
Una vez más: GRACIAS Y HASTA PRONTO